Comentario
El licenciado Christoval Baca de Castro
116 Luego que los del partido de Almagro dieron muerte al marqués Don Francisco Pizarro, aclamaron por governador general del Perú á Don Diego de Almagro el mozo con gran estruendo y alboroto; el cabildo de Lima lo recibió mas por fuerza que por voluntad; y despachando el nuevo governador al Cuzco y á las demás poblaciones la noticia de su exaltacion para que lo reconociessen, unas lo executaron assi, y otras lo resistieron. De la del Cuzco se havia apoderado Peralvarez Holguin y hechose declarar capitan general interin que por el rey se nombraba governador; Don Diego de Almagro, luego que tuvo esta noticia, formó exercito para ir contra aquella ciudad, pero á pocas jornadas supo que havia llegado á Quito el licenciado Christoval Baca de Castro, oidor de Valladolid y que iba por juez pesquisidor de la muerte de Don Diego de Almagro el viejo, llevando tambien orden para que, en caso de haver á su llegado muerto el marqués Don Francisco Pizarro ó que muriesse durante su comission, quedasse por governador general de todo el reyno hasta que se tomasse otra providencia; todas aquellas provincias le dieron sin repugnarlo la obediencia, pero Don Diego de Almagro, que se hallaba con bastante gente á su devocion y havia yá sido recibido en el Cuzco, se resolvió disputarle al mando y, sabiendo que passaba Baca de Castro con buen numero de gente en su busca, le salió al encuentro con exercito que formó de la que le havia acudido.
117 Llegaron los dos exercitos á la llanura de Chupas, que está cerca de Guamanga; y aunque Baca de Castro combidó á Almagro con un perdon general para él y los suyos si dexaba las armas y se sometía á la obediencia, no tuvo lugar esta proposicion por la desconfianza que suscitaban los perturbadores de la paz; y, assi, fue inevitable la batalla, que, despues de mantenerse indecisa y con mucha mortandad de ambas partes, se declaró la victoria por el exercito del rey, quedando aquel dia, que fue el 16 de septiembre de 1542, destruido el partido de los almagros, perdido su caudillo, se puso en fuga con muy pocos, favoreciendole la obscuridad de la noche, y se encaminó acia el Cuzco, quedando presos muchos de los que no murieron de los suyos.
118 Muchos de los que seguian el partido de Almagro se retiraron á Guamanga, donde fueron aprehendidos y degollados ó ahorcados los mas culpables; y passando de allí el licenciado Baca de Castro al Cuzco, hizo executar lo propio con Almagro y con los pocos que le acompañaron y havian allí sido tomados, de los quales hicieron fuga algunos y, no hallando sitio donde acogerse con seguridad, se retiraron á las montañas adonde habitaba Manco Inca.
119 Con estos buenos sucessos y providencias, quedó pacificado el Perú, y su governador Baca de Castro dispuso gratificar á los que havian servido en el exercito de el rey, dandoles repartimientos de tierras é indios á unos y mejorando en otros en los que tenian. Pero como no havia para igualarlos á todos y, por este motivo, era forzoso quedassen muchos descontentos, para que no tuviessen lugar de inquietarse, formando varias compañias, las destinó á que fuessen á poblar y conquistar otros paises, como las provincias de Pacamoros, Mojos, al reyno de Chile y Mullupampa; con lo qual, quedó seguro de que huviesse nuevos motivos de sublevacion y continuó su govierno con gran paz, quietud y acierto dedicado á establecer el régimen que se havia de guardar entre los españoles é indios, en disponer las leyes que á favor de todos se havian de practicar y, principalmente, puso su mayor aplicacion y cuidado en que se doctrinassen los indios y se les instruyesse en lo necessario para que se hiciessen christianos de su gran capacidad, madurez y suavidad, le hicieron amable en aquellos paises y tuvieron en tranquila seguridad las gentes de ellos hasta que con nuevos assuntos se volvieron á formar otras parcialidades y á encender las guerras civiles; con las cuales, continuaron los rigores, las tiranías, los desastres y lastimas en que estuvo anegado aquel imperio por largo tiempo, y empezaron á experimentarse desde que llegó á succederle Blasco Nuñez Vela, el qual, mostrandose poco satisfecho de la conducta del licenciado Baca de Castro por creerle participe en las revoluciones contra su govierno, lo hizo prender, en cuyo estado se mantubo hasta que, yendo á Lima Gonzalo Pizarro con la pretension de ser admitido por governador general, no haviendo querido Baca de Castro dar para ello su dictamen, estuvo á riesgo de la vida, de que escapó huyendo con el navio en que Blasco Nuñez Vela lo tenia preso y fue á Panamá, de donde vino á España y, despues de haver estado acá tambien preso, justificada su conducta, fue restituido á sus honores y libertad.
Blasco Nuñez Vela
120 Por el año de 1542 se havian hecho en España ciertas ordenanzas para el mejor govierno y régimen de las Indias, libertad y buen tratamiento de los indios, y para su execucion se despacharon varias personas de autoridad y talentos que velassen sobre su cumplimiento; esto no parecia á todos de igual justificacion porque, conteniendose en algunos de sus capitulos que no passassen á los hijos los repartimientos de los conquistadores y que se les quitasscn los que tenian á los que huviessen intervenido en las passadas revoluciones, se hallaba el inconveniente de que quedasse sin recompensa el merito tan singular de aquellos heroes y expuestas sus familias á la necessidad y al desamparo, y aun se temia que esto fuesse causa de nuevos alborotos é inquietudes.
121 Con el fin de que se plantificassen estas ordenanzas, fue provisto Blasco Nuñez Vela, cavallero natural de Avila, por virrey, governador y presidente, erigiendose entonces esta dignidad en aquel imperio como tambien la Audiencia en la ciudad de los Reyes ó Lima, compuesta de quatro oidores y el virrey. Blasco Nuñez era hombre de una condicion fuerte, inflexible y severa tal que sin reflexionar los casos ni medir las ocasiones ponia en execucion sus resoluciones, no dando lugar á suplicas, no admitiendo representaciones, no considerando daños ni perjuicios m premeditando las tristes consequencias que traen consigo las disposiciones absolutas quando se ponen en practica sin observar primero la coyuntura para que tengan buen efecto. Con esta falta de consideracion, luego que llegó al Perú, sin atender á otra cosa que al pronto establecimiento de las ordenanzas, fue entablando su observancia en todos los parages por donde passaba y causando con ellas no poco alboroto é inquietudes, tanto que llegaron muchas ciudades á dudar el darle la obediencia ni admitirle por virrey; pero esta idea se desvaneció con el maduro consejo de los hombres prudentes y con la constante resolucion de el licenciado Baca de Castro de entregarlo al govierno luego que llegasse á Lima, como lo hizo; toda esta puntualidad y la lealtad con que siempre procedió durante su govierno no fueron bastantes á librarle de que Blasco Nuñez le pusiesse preso, segun queda yá advertido, sospechando tenia parte en los alborotos y discordias suscitadas con motivo de las ordenanzas.
122 Entró en Lima el virrey Blasco Nuñez Vela en el año de 1544; y aunque fue recibido con grande ostentacion, entablandose en su persona las primeras ceremonias de esta dignidad, á poco tiempo empezaron los animos á manifestar la displicencia de su llegada, descubriendo en lo publico la que les causaba el nuevo reglamento que iba á executar y que, quanto era favorable á los indios, tenia de perjudicial á los españoles, pues, pendiendo la riqueza de estos de los repartimientos, cessando ellos, era preciso les faltasse aquella; de aqui provino la conmocion universal de aquel grande imperio porque, divulgandose en todas partes la constante resolucion del virrey en solicitar su observancia y recelando que sus ofertas de dar lugar á que se suplicarse de ellas, era para mas assegurarlos y promoverlas quando no pudiessen hacerle resistencia. Passó Gonzalo Pizarro al Cuzco y allí se hizo declarar procurador general y justicia mayor de aquel reyno para interponer la suplicacion de las mismas ordenanzas y, agregandosele gente de todas partes, formó exercito con el pretexto de baxar á Lima con la seguridad de su persona á fomentar la comission que llevaba puesta á su cargo; baxo de este colorido, salió del Cuzco acompañado de 500 españoles y mas de 20 mil indios con artilleria y muchas municiones de guerra y boca, dirigiendo su camino á aquella capital.
123 A la displicencia con que todos se hallaban del virrey por su desabrido natural y aspereza, se agregó el acaecimiento de haver dado muerte á puñadas él y los de su familia al factor de Lima Illán Suarez de Carvajal por recelos de que era del bando de los mal contentos, con cuya tropellada accion acabó de alborotarse aquella ciudad y de inclinarse los mas al partido de Pizarro, que caminaba acia ella mas para disputarle el mando al virrey y hacerlo salir del reyno que con el fin de executar pacifica y sumisamente la comission de que las ciudades le havian encargado; sabido esto por el virrey, determinó fortalecerse en Lima porque no tenia gente ni providencias suficientes para salirle al encuentro, mas, considerando no ser bastante la que estaba á su obediencia aun para resistirle allí, se reduxo á retirarse por mar y llevar consigo la Audiencia á Truxillo; á esta determinacion se opusieron los oidores, que yá estaban disgustados con él y tenian inteligencia con Pizarro. Esta ultima discordia llegó con facilidad á tanto extremo que los oidores pusieron preso á Blasco Nuñez con fin de embiarlo á España, persuadidos á que con su ausencia se sossegarian los tumultos, se tranquilizarian los animos y quedarian deshechos los bandos que tenian en una continua inquietud á todos los españoles; embarcaronlo en un navio y lo entregaron al oidor licenciado Alvarez para que lo conduxesse; este oidor, que era uno de los que havian promovido la prision del virrey, luego que se hizo á la vela, lo puso en libertad y, sometiendosele, le dexó el mando, pidiendole perdon del desacato que contra él havia cometido; el virrey se encaminó á Tumbez y, desembarcando allí, empezó á juntar gente con que ir á oponerse á los designios de Pizarro.
124 Luego que el virrey partió de Lima, se acercó Gonzalo Pizarro con su exercito, que se havia acrecentado mucho con los que, descontentos de los rigorosos procedimientos del virrey ó temerosos de las fuerzas de Pizarro, se le havian juntado; assi, obligó á la Audiencia y al cabildo á que le admitiessen por governador general de aquellos reynos y se recibió en este empleo á fines de octubre de 1544, pretendiendo tener derecho á él por haverle nombrado su hermano el marqués en su testamento en virtud de faccultad que para ello tenia y se comprehendia en la concession de su govierno. El virrey no pudo detenerse mucho en Tumbez, temeroso de la gente que por mar podia embiar Pizarro estando ya apoderado la armada, y, assi, se retiró á Quito, donde fue bien recibido; y haviendo juntado hasta doscientos hombres de armas, determinó baxar con ellos á San Miguel de Piura para haver de aumentar sus fuerzas en aquel parage con la gente que continuamente entraba en el Perú y havia de hacer su passo por allí forzosamente, como lo consiguió, llegando á juntar en tiempo muy corto hasta 500 hombres. Conociendo Pizarro que, si dexaba sossegar á Blasco Nuñez en Piura, se podria hacer mas poderoso y desvanecerle sus intentos, procuró cortar este embarazo saliendole al encuentro con su gente y passar á sorprenderle.
125 Con este fin, se embarcó en el Callao por marzo de 1545, llevando consigo mas de 600 hombres de infanteria y cavallos; desembarcó en Santa y luego caminó acia San Miguel de Piura. Pero reconociendo el virrey ser las fuerzas de Pizarro mayores que las suyas, no le pareció esperarlo y se retiró con su gente acia Quito por no exponerse al riesgo de una batalla con tanta probabilidad de perderla; Pizarro lo siguió con su exercito y á tal inmediacion que, picando su retaguardia y apoderandose de mucha parte del bagage, le obligó con las aceleradas marchas y la tribulacion, regular en iguales casos, á que rendida de la fatiga, se fuesse quedando por el camino la mas de su gente, la que iba recogiendo Pizarro y despachando á las ciudades ó dando muerte á aquellos de quienes tenia algun sentimiento. Llegó á Quito el virrey, passó á Pasto y de allí le fue preciso continuar á Popayán; y viendo Pizarro que yá estaba fuera de los terminos del Perú despues de haverse seguido veinte leguas mas adelante de Pasto, se volvió á Quito, disponiendo desde allí que su armada passasse á Panamá para estorvar que Blasco Nuñez recogiesse en ella alguna gente por medio de los capitanes de los que le havian quedado y pudiesse reforzarse. Llegada la armada á aquella ensenada en el mes de octubre del mismo año de 45, desembarcaron 200 hombres de ella; viendo los de Panamá este armamento, que se componía de 11 á 14 velas, y sabiendo las revoluciones del Perú y que la gente desembarcaba como que intentaba entrar en la plaza, se puso en arma para defenderla, y, estando en punto de darse batalla, se interpusieron personas religiosas y obtuvieron que se capitulara de una y otra parte y se dexassen las armas; Pedro de Hinojosa, que era el que por Pizarro comandaba la armada, entró en Panamá con 30 hombres, segun se havia capitulado, y deshizo el partido que Blasco Nuñez tenia formado por medio de dos capitanes suyos, embiados allí para que recogiessen gente de la que llegasse de España, atraxo con su grado cerca de doscientos hombres que tenian yá reclutados y, despues que los dos capitanes se volvieron á juntar con el virrey, partió él con la armada, llevando á esta gente á el Perú.
126 Interin que en Quito y Panamá passaba lo que se acaba de referir, no eran menos en la Plata las revoluciones porque, armandose en ella con Diego Centeno algunos del vecindario contra Diego de Almendras, teniente de Pizarro, le dieron muerte por justicia, ocasionandolo el haver injustamente mandado dar garrote á Gómez de Luna, uno de los principales vecinos de la ciudad; Diego Centeno juntó alguna gente para mantener el partido del rey y resistir á las ordenes de Pizarro; pero sabida esta resolucion por uno de sus thenientes que estaba en el Cuzco, levantó gente contra ellos, que no se atrevieron á esperarle. Pizarro despachó á su general Francisco de Carvajal para que los reduxesse á su obediencia, pero no le fue facil executarlo con los principales porque estos excusaron llegar al combate ó ponerse en parage de ser tomados; y como en este capitan fuessen vicios caracteristicos la avaricia y el rigor, practicó grandes crueldades con los que encontraba fatigados del huir y que quedaban rendidos al cansancio en los caminos.
127 El virrey, que se mantenia en Popayan interin que Pizarro en Quito, procuraba juntar gente con que volver al Perú y, teniendo yá la que le pareció bastante para dar principio á la empressa, se encaminó acia Quito con tanta mayor seguridad quanto creía que Pizarro se alexaba de esta provincia; pero como este á la tercera ó quarta jornada, fingiendose enfermo, detuviesse su marcha con la noticia de la vuelta del virrey, salió determinado á buscarlo y presentarle la batalla con 700 hombres que tenia. A mediado de enero de 1546, llegó el virrey al llano de Iña Quito, donde yá se hallaba Pizarro; y no obstante ser en mucho mayor numero la gente de este que la de Blasco Nuñez, no siendo yá tiempo de tomar otra determinacion, le fue preciso admitir la batalla, que sucedió el 19 de enero, con tal desgracia de parte de los leales que, vencido el exercito real despues de haver combatido largamente con sobrado valor, fue muerto el mismo virrey y muchos de los principales que le seguian, saliendo otros mal heridos y escapando dificultosamente de la saña y crueldad de los enemigos, los quales, á sangre fria despues de la victoria, no perdonaban á aquellos con quienes tenian sus particulares motivos de enemistad, siendo uno de los que experimentaron esta suerte el mismo virrey, muerto á manos de un esclavo de orden del licenciado Benito Suarez de Carvajal en venganza de la muerte dada á su hermano el factor Illán Suarez.
128 Con esta victoria, quedó Gonzalo Pizarro sin contradiccion por governador general de todos aquellos reynos. Luego, passó á Truxillo y, de allí, á los Reyes, á donde estableció su assiento; hizo su entrada muy ostentosamente y despues empezó a entender en las materias de govierno y en dar las disposiciones de conservarse en la autoridad con que se hallaba y se havia adquirido, embiando para ello sus procuradores á Castilla, que diessen razon de su conducta y solicitassen la confirmacion ó el perdon de lo executado. Entre otras providencias, dió las de que se observassen y cumpliessen algunos capitulos de las ordenanzas, que no eran perjudiciales á los encomenderos; y aunque le importunaron algunos de los suyos, y mas que todos Francisco de Carvajal, para que se levantasse por rey, el respeto y veneracion á su soberano ó lo feo de tan descubierta accion le sirvieron de freno para no condescender con sus instancias, aunque por ello padeciesse, como con efecto se la atribuyeron, la nota de indiscreto y de poca resolucion.
129 Las muertes que con el motivo de esta rebelion se causaron fueron innumerables; cada partido las executaba no solo en aquellos que se passaban al contrario sino en los propios, quando con algun leve indicio ó presuncion creía que se le faltaba á la fé; cada uno trataba á los de la otra parcialidad como traydores, y el bando de Pizarro no se decia menos leal que el del virrey; assi, causa compassion el ver la gente que con inhumana crueldad pereció, fuera de la que dexaba la vida en los varios reencuentros y batallas que continuamente se ofrecieron.
El licenciado Pedro de la Gasca
130 Llegados á España y al emperador, que se hallaba en Alemania, las noticias de los grandes alborotos sobrevenidos en el Perú, fue nombrado á consulta del Consejo por presidente de la Audiencia de los Reyes y governador del Perú el licenciado Pedro de la Gasca, natural de Navarregadilla en el obispado de Avila, colegial que havia sido en el viejo de San Bartholomé de Salamanca y entonces de la Suprema y General Inquisicion, para que passasse á sossegar aquellos reynos y pacificar á sus moradores; á este fin, se le confirieron amplios poderes para hacer y disponer todo aquello que tuviesse por conveniente al servicio de Su Magestad. Y firmados todos los despachos por el emperador en febrero de 1546, salió de España y llegó á Panamá, en donde fue su primera diligencia, despues de irse grangeando con la afabilidad del trato los capitanes de Pizarro que se hallaban en aquellas partes de Tierra Firme, el embiar á Lima á Pedro Fernandez Paniagua, dirigiendo con él á Pizarro una carta del emperador, que acompañó con noticia de los despachos que llevaba y del poder general que se le havia conferido para perdonar en todos los delitos passados y remunerar los meritos de los que se havian señalado en la conquista de aquel imperio, distribuyendoles nuevos honores. Luego que Pizarro tuvo la noticia de haver llegado á Panamá el presidente, hizo junta de sus confidentes, á saber el licenciado Cepeda, que era uno y el mas antiguo oidor de los que havian sido contrarios al virrey, el licenciado Benito Suarez de Carvajal y otros, en la que, despues de varios debates, se huvo por fin seguir el dictamen de Pizarro, apoyado de su ambicion y sostenido del licenciado Cepeda, que fue el de no dexar entrasse en el Perú el presidente; algunos añaden que Francisco de Carvajal, con la libertad militar de que usaba, le dió á entender en esta ú otra ocasion lo favorable de las provisiones que traía el licenciado Gasca y que, pues todos los delitos passados se indultaban y las ordenanzas que havian dado motivo á tomar las armas quedaban molidos, era de sentir se recibiesse al licenciado Gasca con todo agrado, ostentacion y magnificencia y, si possible, fuesse empedrandole el camino con texos de oro y plata, á que era acreedor quien les llevaba cosas tan favorables, pero como en Pizarro estaba arraygada la dulzura del mando y fuesse dificil el que se despojase de una autoridad que le parecia poder conservar, despreció aquel dictamen tan cuerdo y conveniente á la quietud y bien estar de todos; con que, él mismo huviera conservado su honor y reputacion, escusado tanto efusion de sangre como por su causa se hizo y no dexado tan mal vista con la infamia su memorial; confirmado, pues, en su dictamen con otras juntas, despachó por enero de 1547 á Paniagua con la respuesta á el presidente de lo deliberado en ellas.
131 La armada maritima de Pizarro se hallaba en Panamá quando el presidente Gasca llegó allí, y era su general Pedro de Hinojosa, con el qual trabó mucha amistad el presidente; y haviendole hecho saber las ordenes que llevaba del emperador, y entre ellas las del perdon general para todos y la suspension de las ordenanzas, Hinojosa, de comun consentimiento con sus capitanes, no tuvo dificultad en entregarle la armada y someterse desde luego á su autoridad, reconociendole por legitimo governador de aquel imperio. El presidente les estimó mucho esta demostracion de fidelidad y les confirmó á todos en sus mismos empleos en nombre del emperador; con este accidente tan favorable, ordenó que saliessen quatro de aquellos navios para las costas del Perú á fin de esparcir en él las noticias del perdon general y de la anulacion de las ordenanzas por medio de cartas que escrivió á los governadores y gente principal del país; los capitanes practicaron estas comissiones con tanto acierto que en poco tiempo se hizo publico su contenido en todo el reyno, y empezaron las ciudades, governadores y capitanes á declararse á favor del presidente; sabida por este la buena disposicion en que estaban los animos de aquellos naturales, salió de Panamá y llegó á Tumbez, en cuyo parage se le juntaron hasta 500 hombres, con los quales passó hasta Truxillo y, con la noticia de que todas las provincias de la sierra se havian declarado á su favor, despachó orden para que se juntasse la gente de guerra que huviesse en ellas y que fuesse á unirsele en la provincia de Xauxa, á la qual passó despues con los que le acompañaban.
132 Luego que Pizarro reconoció que no se hallaba el presidente en animo de retroceder, hizo leva de gente para oponersele y juntó hasta mil hombres, los quales iban por lo general tan contra su voluntad que, arrostrando á los riesgos del castigo amenazado en la fuga, no la escusaban en primer lugar los mas principales; este recelo obligó á Pizarro á dexar á Lima y, creyendo que con la distancia se escusaria la oportunidad de la desercion, se fue retirando acia Arequipa, mas sin lograr el intento, pues todo su exercito quedó en breve reducido á solos 300 hombres; y aunque se le havia juntado en Arequipa Juan de Acosta, capitan muy confidente suyo, con pocos mas de 100 hombres que le havian quedado, no eran todos bastantes á contrarrestar las fuerzas del presidente, que tenia yá un crecido exercito, formado de la mucha gente que de todas partes le havia acudido; y, assi, huvo de preferir por entonces el designio de retirarse á Chile ó, por las asperezas de los Andes, á los descubrimientos del rio de la Plata.
133 Antes que se aussentasse de Lima Gonzalo Pizarro, el licenciado Cepeda, para animar mas á los de aquel partido, juntó á todos los juristas que havia en aquella ciudad y formó un proceso criminal contra el licenciado Gasca y contra todos los que se havian declarado por él, sentenciandolos á muerte y á ser arrastrados por traydores.
134 Siguiendo su marcha Pizarro, supo que Diego Centeno, el qual havia padecido grandes riesgos por mantener la voz del reyno desde las revoluciones suscitadas en tiempo del virrey Blasco Nuñez Vela, havia juntado un exercito de 1200 hombres bien armados de las ciudades del Cuzco, Arequipa y la Plata y que con ellos intentaba cortarle el paso de la laguna de Titi-caca, que era forzoso para el intento de Pizarro, á cuyo fin y para la seguridad de su logro havia hecho quemar el puente que estaba en el desaguadero de aquella laguna y caminaba á encontrarle; Pizarro no dexó de hallarse confuso considerando que sus fuerzas eran muy inferiores en el numero á las del contrario y, por esto, dispuso tantear el animo de Centeno por si lo podia atraer á su partido ó descuidarlo interin que se le juntaba mas gente ó se le passaban algunos del opuesto campo, pero, no haviendo logrado nada de lo que deseaba, determinó continuar su marcha con la firme resolucion de no desfallecer en la empresa. El dia 20 de octubre de 1547 llegaron á darse batalla los dos exercitos en el llano nombrado Guarina, y en ella quedó Pizarro victorioso por las buenas maximas de su maestre de campo Carvajal, siendo assi que todo su campo solo era de 487 hombres y el contrario passaba de 900; de este, murieron 350, salieron muchos heridos y prisioneros, y del de Pizarro fueron los muertos menos de 100, la mayor parte de la cavalleria. Con la gloria y aliento de esta victoria, mudó Pizarro de pensamientos, abandonando del todo los que antes tenia de la retirada; embió sus capitanes al Cuzco, Arequipa y la Plata para que recogiessen el dinero y provisiones que hallassen y diessen disposicion para mantener á su devocion aquellas ciudades; passados algunos dias de la batalla, se volvió á poner en marcha y entró en el Cuzco en forma de triunfo con grandes aparatos, pompa y magestad porque de su orden se havia prevenido aquella ciudad para las ceremonias de este acto.
135 El presidente Gasca recibió esta noticia con no pequeño sentimiento á tiempo que entre los suyos se pensaba en deshacer el exercito que tenia allí por considerar bastante el de Centeno para rendir á Pizarro; pero viendo la necessidad de acudir con nuevo exercito á estorvar los progressos del enemigo, dispuso lo ne cessario, y, dada la orden para la salida, se executó esta en 29 de diciembre del mismo año de 47, llevando 400 cavallos, 700 arcabuceros y 500 piqueros; y dirigiendose á la provincia de Andaguaylas, hizo alto en ella hasta que, passado lo rigoroso del ibierno y de las nieves, despues de haversele incorporado el adelantado Sebastian de Belalcazar, Diego Centeno, Pedro de Valdivia, governador de Chile, y otros con sus gentes, continuó su camino acia el Cuzco. Llegó al rio Apurimac, y, como su paso era tan dificultoso que con pocos que le huvieran defendido havrian salido inutiles los esfuerzos de todo su exercito, fue forzoso hacer un puente; para deslumbrar á Pizarro en orden al sitio donde se havia de echar, mandó disponer quatro en distintos parages, cuya cautela no bastó porque los indios dieron el aviso de que el presidente iba á passar por el que se estaba haciendo en Cotabamba; los corredores de Pizarro y, con ellos, algunos indios lograron poner fuego á varios materiales del puente, y despues hicieron sus soldados algunas tentativas para embarazar su conclusion, pero el destino con que yá caminaban las cosas de este capitan á su ruina hizo faltasse en sus providencias aquella actividad que requieren los lances de guerra; y, assi, ó fueron pocas ó tarde, y, apoderados yá los reales de la contraria orilla y de la cuesta que sigue, pudieron sin contraste vencer aquel embarazo.
136 Haviendo passado todo el exercito este peligroso transito, se puso en marcha para el Cuzco á pequeñas jornadas, y con el aviso de ello determinó Pizarro salir á recibirlo al llano de Xaquixaguana, que dista de aquella ciudad quatro leguas. Carvajal era de sentir que no se arriesgasse todo á el lance de una batalla porque conocia no les convenia; Pizarro no quiso conformarse con su dictamen, fiado en las vanas esperanzas que él y muchos de los suyos havian concebido con la felicidad de la funcion de Guarina. Y resuelto á executar lo que le dictaba su opinion, salió del Cuzco con mas de 900 buenos soldados y llegó al mismo llano de Xaquixaguana, donde se dieron vista los dos exercitos y se pusieron en orden de batalla para darle el dia 9 de abril de 1548 muy de madrugada. En esta disposicion, como los que componian el de Pizarro estaban yá totalmente disgustados con él, cansados de sus crueldades y deseosos de hallar ocasion de desampararle, no bien se havia dado principio á las primeras escaramuzas entre uno y otro campo, quando empezaron á pasarse al exercito real los primeros caudillos y soldados, entre los quales fue uno el licenciado Cepeda, que, dexando su profession de la jurisprudencia, havia con gran fineza seguido hasta allí el partido de las armas para fomentar con ellas y su exemplo el de Pizarro y el de su ambicion, cebada en la gran parte que le tocaba del govierno; al exemplar de los primeros, fueron siguiendo en la desercion los demas soldados luego que á cada uno se le proporcionaba la ocasion, de modo que en muy cortas horas eran bien pocos los que se mantenian con Pizarro, los quales, viendose yá impossibilitados de hacer contrarresto, unos tomaron la fuga, y otros largaron las armas y, passandose al exercito contarlo, dexaron solo á Pizarro con algunos pocos capitanes que luego fueron hechos prisioneros; el mismo Pizarro hay quien diga que, al verso yá sin otro recurso que el de huir ó entregarse, escogió este ultimo partido, acaso juzgando merecer alguna compassion. Fue presentado al presidente Gasca, quien, despues de algunas pocas palabras, lo mando retirar y poner á buen recaudo, irritado con lo sobervio de las respuestas que Pizarro le hizo; Carvajal se puso en huida pero fue alcanzado y apenas á costa de alguna diligencia pudo ser preservado de la ira de los soldados, que, deseando satisfacerse en él de las crueldades que havia executado, quisieron darle muerte en el camino, siendo preciso contenerlos sus capitanes y hacer se contentassen con los baldones é injurias con que lo motejaban; aprisionaronse otros muchos que huían, y de este modo quedó todo concluido el mismo dia 9 de abril á las 10 de la mañana. En toda esta funcion solo murieron de 10 á 12 del partido de Pizarro, y del exercito del presidente uno solo, circunstancia no facil de verificar en muchos de semejantes reencuentros y que no se podria esperar de las grandes prevenciones que la antecedieron.
137 A1 siguiente dia, fueron ajusticiados en el mismo campo Gonzalo Pizarro, Francisco Carvajal y algunos otros de sus capitanes; á Pizarro le degollaron teniendo entonces de edad 42 años no cumplidos, y Carvajal fue ahorcado siendo yá de 84; las casas que Pizarro tenia en el Cuzco y los Reyes se mandaron demoler y sembrar de sal y que en ellas se pusiessen unos pilares ó columnas de marmol con letreros que indicassen haver sido del traydor Gonzalo Pizarro para que quedasse perpetuada la memoria de la pena y del delito, conservandose en las de Lima hasta el presente este padron en la misma forma que se determinó por la sentencia.
138 El presidente passó despues de esto al Cuzco, en donde continuó las justicias en los demás capitanes y en otros de los mas culpados, de los quales unos fueron ahorcados, otros azotados publicamente y condenados á galeras, cuyo primer castigo escandalizó mucho á los indios, que nunca lo havian visto practicar, y otros que havian antes muerto fueron declarados por traydores y condenada su memoria. Terminado todo esto y passado el rigoroso tiempo del castigo, hizo el presidente publicar un perdon general para todos los demás comprehendidos en la rebelion, y se hicieron en el Cuzco grandes fiestas para solemnizar la paz y quietud de aquel imperio que se havia conseguido con tanta prosperidad.
139 Del cuidado de los castigos passó el presidente al de los premios con los que se havian mostrado mas celosos y leales por el servicio de su rey; dió á Pedro de Valdivia la governacion de Chile, de que aún no tenia titulo legitimo, y otros goviernos á aquellos capitanes; y en quanto á las encomiendas, como los acreedores eran muchos y cada uno se consideraba en mas alto grado de merito que los demás, no haviendo con que poderlos remunerar á todos igualmente, era indispensable huviessen de quedar muchos quexosos y que importunassen al presidente cada uno con la representacion de su merito y alegacion de sus servicios; para evadirse de esta molestia, salió Gasca del Cuzco camino de Lima y en el assiento de Guaynarima, distante de aquella ciudad 12 leguas y adonde havia ordenado que nadie passasse á verlo, concluyó con el dictamen de Don Geronymo de Loaysa, arzobispo de Lima, el repartimiento de 150 encomiendas, cometiendo su publicacion al mismo arzobispo para que la hiciesse á los 12 ó 15 dias despues de su partido de aquel assiento para escusar las quexas de los no comprehendidos, á quienes en general se les ofrecia atender en lo que fuesse vacando; hizose de esta forma pero, como los premiados eran los que con él havian pacificado aquellos reynos, apartandose de Pizarro desde los principios, y les cabia poca parte á los primeros conquistadores, volvieron á suscitarse nuevos alborotos, de que se temieron iguales daños, pero se atajaron con el castigo executado en algunos de los principales motores, y con el exemplar se apaciguaron los demás; esta publicacion de repartimientos fue hecha en el Cuzco á 24 de agosto de 1548 y importaba dos millones y medio de pesos de renta annual. Despues, para contener á los que tenian mas razon en sus quexas, se dispuso que casassen con las viudas de los que havian muerto en las guerras y tenian repartimiento, pero no bastó esta providencia á contentar á todos.
140 El dia 17 de septiembre del mismo año entró el presidente Gasca en los Reyes, haviendo antes mandado edificar la ciudad de la Paz en memoria de la establecida en aquellos reynos. Fue recibido en los Reyes con mucha alegria y ostentacion, llevando consigo el sello real para assentar de nuevo allí la Audiencia; despues, se dedicó al govierno y á la formacion de las ordenanzas que se havian de guardar, disponiendo con celo christiano quanto conducía á la educacion é instruccion de los indios en los puntos y preceptos de la catholica religion y cuidando de que se lograsse en ellos el fruto de la conquista y el desvelo de los sacerdotes que estaban empleados en su enseñanza.
141 Este presidente, poco ó nada ambicioso de mandar, havia admitido la empressa de ir á pacificar aquellos reynos por mostrar la obediencia y respeto con que veneraba las ordenes de su rey, y, assi, se le havia concedido, á esfuerzo de su solicitud, que pudiesse restituirse á España luego que apaciguarse aquellos naturales y los dexasse en quietud; en consecuencia de ello, empezó á disponer su viaje assi que lo tuvo concluido. Y como en el interin que permaneció en los Reyes vacaron algunos repartimientos y todos los quexosos del primero le importunaban para ser preferidos, se valió de igual industria para tenerlos entretenidos y esperanzados á todos cerrando el pliego que contenia los proveimientos y encargando que no se abriesse hasta haver passado 8 ó 10 dias de su partida; dexó el govierno del reyno á la Audiencia, la conquista del Tucumán al capitan Juan Nuñez de Prado, la de Chuquimayo á Diego Palomino y la de Chunchos á Francisco Hernandez Girón y, proveidos todos los corregimientos en los sugetos mas condignos que havia en el reyno, se hizo á la vela el 25 de enero de 1550 desde el puerto del Callao para Tierra Firme. Passado el termino que havia assignado, se abrió el pliego en la Audiencia, de cuyas resultas huvo con los descontentos algunos alborotos, aunque se apaciguaron antes de llegar á tomar cuerpo. El presidente Gasca, venido á España, passó á Alemania, en donde entonces se hallaba el emperador, á darle quenta del éxito de sus encargos; y reconocido este principe á sus meritos y grandes talentos, los premió presentandole á las sillas de Palencia y Siguenza; en este obispado murió el año de 1567 á 20 dias del mes de noviembre y está sepultado en la capilla mayor de la parroquia de la Magdalena de Valladolid, que edificó y dotó Don Antonio de Mendoza.
142 Informada la magestad del señor Carlos V de la pacificacion del Perú, nombró á Don Antonio de Mendoza, hermano del marqués de Mondejar, que en la sazon se hallaba governando los reynos de Nueva España, para que passasse de virrey á los del Perú porque la acertada conducta que havia tenido en aquellos, su prudencia, virtud y suavidad le tenian tan acreditado que, haciendose amable para con todos, llenaba de respeto y veneracion los animos, prendas necessarisimas entonces en el que huviesse de governar el Perú por las muchas inquietudes que á cada passo se ofrecian en sus provincias. En fuerza de esta eleccion, se encaminó el nuevo virrey á la capital del Perú y llegó á los Reyes el 23 de septiembre de 1551; fue recibido de todos con extraordinario regocijo, aplauso y estimacion, dando en este acto una calificada prueba de su gran modestia en no haver querido admitir para su entrada solemne el palio por estimar esta augusta ceremonia mas como hija de la vanidad que como circunstancia precisa á la autoridad del ministerio.
143 Luego que tomó asiento en el govierno y que terminaron los regocijos destinados á celebrar su llegada, despachó á Don Francisco de Mendoza, su hijo, á que visitasse las ciudades y provincias principales de aquel vasto imperio, sus minas y el trabajo de ellas y, formando relacion de todo, lo embió á España con las memorias que havia adquirido para que diesse el mas individual informe al emperador.
144 La falta de salud que padecia el virrey no le dio lugar á entablar el govierno de aquellos reynos como deseaba y, á poco tiempo de haver llegado, se agravó tanto que le fue forzoso descargar en la Audiencia todo su peso; este tribunal intentó quitar el servicio personal de los indios, que era uno de los capitulos de las ordenanzas que repugnaron admitir aquellos españoles, y esta novedad dió motivo á que los interessados empezassen á suscitar alborotos y á formar conjuracion, la que se atajó con la justicia executada en Luis de Vargas, principal motor de ella, á quien, averiguado el hecho, le fue cortada la cabeza. La enfermedad del virrey le llevó á su ultimo termino, y murió el 21 de julio del siguiente año de 1552, con general sentimiento de todos, y su cuerpo fue depositado allí, en la iglesia mayor.
145 Por muerte del virrey, quedó la Audiencia con todo el govierno. Esta, para sossegar las inquietudes que se havian suscitado en los charcas, havia proveído en aquel corregimiento á Pedro de Hinojosa con el cargo de justicia mayor; la nominacion de este capitan, que, por tener el mayor repartimiento de todo el reyno, era muy embidiado y las frequentes desavenencias ó particulares debates que los vecinos de los charcas tenian entre sí havian hecho acudir á esta provincia muchos soldados de los que con ociosidad andaban esparcidos por todo el reyno buscando motivos de dissensiones para tener en que emplearse, inclinandose yá á un partido ó yá otro; estos, con el deseo de conseguir en las alteraciones de una guerra lo que no podian permaneciendo en paz aquellas tierras, se juntaron con Don Sebastian de Castilla y, haciendolo su caudillo, dieron muerte traydoramente en la ciudad de la Plata al general Pedro de Hinojosa y á su theniente Alonso de Castro la mañana del dia 6 de marzo de 1553, dentro de su casa; de allí, salieron á la plaza, y, alistando á la gente que pudieron, se hizo elegir Don Sebastian de Castilla por capitan general y justicia mayor; despachó noticia de ello á Egas de Guzman, que estaba en Potosí y era participe en la sublevación, para que le reconociessen en aquella villa; este lo practicó assi y, apoderandose de las Caxas reales, tomó de ellas mas de un millon y medio de pesos que tenian. Vasco Godinez, que tambien havia tenido no pequeña parte en la disposicion del motín y que lo havia bien prevenido á su favor y comunicado con sus amigos, apenas se concluyó el primer sucesso, empezó á preparar el segundo y, como no se huviesse hallado presente á la muerte de Hinojosa, con el pretexto de poner en libertad aquella ciudad, con los mismos que havian intervenido en la traycion contra el corregidor, dió muerte á Don Sebastian de Castilla en 11 del mismo mes, persuadiendose que la Audiencia no podria dexar de premiarle este servicio, que sin duda lo havria sido si no huviera precisado Godinez al cabildo á que lo eligiesse por corregidor y justicia mayor de aquella provincia, baxo el falso titulo de ser libertador de la patria y destruidor del tyrano, y hecho se le confiassen en deposito los repartimientos y minas que havia posseido Hinojosa y redituaban 200 mil pesos annuales, principal objeto de toda su maquinacion y alboroto; para que esto no se descubriesse, hizo dar muerte á todos los que havian sido sabidores de sus maximas baxo el fingido pretexto de castigarlos como á complices en la muerte del general Hinojosa, y esto mismo practicaron los de su partido con Egas de Guzmán y otros, declrandolos y denunciandolos por traydores al rey.
146 En los Reyes y en el Cuzco se recibió la noticia del levantamiento de Don Sebastian de Castilla, y se empezó á levantar exercito para extinguirlo y precaber que no se estendiesse á ellas el daño de la infidelidad; pero llegando á los 6 dias la segunda noticia de que Godinez le havia dado muerto y tenia ya apaciguado aquel alboroto, no dexó de extrañarse y producir en los animos alguna sospecha originada de su mala conducta; por lo qual, aunque no se prosiguió en el acrecentamiento del exercito, nombró la Audiencia al mariscal Alonso de Alvarado por juez para que fuesse á los charcas á entender en las causas de los culpados, castigarios y apaciguar aquella tierra y, al mismo tiempo, se le dió otra provision secreta nombrandole por corregidor, justicia mayor y capital general de la provincia. Alvarado recibió estos despachos en la Paz, passó á cumplirlos y, usando de algun ardid, prendió á Vasco Godinez, á quien, justificados sus delitos, mandó arrastrar y hacer quartos por traydor á Dios, al rey y á sus amigos; castigó con gran severidad y prontitud los demás culpados, que yá se havian esparcido, y á todos aquellos de quien se podian recelar nuevas inquietudes, con lo que dexó apaciguada la provincia.
147 La severidad de este castigo y el miedo en los que se consideraban complices del delito de que llegasse á ellos la pena dispuso los animos prontos á este modo de alborotos á que buscassen por ellos su seguridad, tomando siempre por pretexto el haver puesto la Audiencia en execucion la ordenanza que prohibia el servicio personal de indios. Francisco Hernandez Girón, vecino del Cuzco, de condicion inquieta y reboltosa, dispuso otro levantamiento en aquella ciudad, favoreciendo su intento la assistencia de algunos pocos amigos; y la noche del dia 13 de noviembre de aquel mismo año de 1553, estando juntos todos los principales de la ciudad, y entre ellos el corregidor Gil Ramirez Davalos, á la celebridad de las bodas de Alonso de Loaysa, sobrino del arzobispo de Lima, que casaba con Doña Maria de Castilla, sobrina de Don Balthasar de Castilla, uno y otro de los mas ricos y estimados del Cuzco, al tiempo de estar cenando, entró Francisco Hernandez con algunos de sus compañeros en la sala, prendió al corregidor, hiriendo de muerte al capitan Juan Alonso Palomino, y los demás escaparon sorprehendidos de la repentina novedad, cada qual del modo que le facilitó su ventura. Aquella misma noche se pusieron en camino para los Reyes los mas leales vecinos de la ciudad por no dar tiempo á que, tomando cuerpo la conjuracion, se les impossibilttasse despues la salida; los traydores quedaron señoreandose de la ciudad toda la noche y, reconociendo débil su partido, fueron á las carceles y dieron libertad á los que estaban en ellas, aumentando por este medio el numero de sus sequaces.
148 Viendo los de la conjuracion que continuaban yendose del Cuzco los vecinos principales, supusieron que el tio de la novia, Don Balthasar de Castilla, y el contador Juan de Caceres deliberaban seguir á los demás; por lo que, embiando Girón á su maestre de campo el licenciado Diego de Alvarado para que los prendiesse, no solo lo executó sino que inmediatamente los hizo dar garrote y sacar á la plaza, con lo qual se aterrorizaron tanto los demás de la ciudad que por librarse de igual rigor, muchos se declararon de lado del traydor. Este, luego que tuvo gente bastante y á los 15 dias de su levantamiento, hizo que los que havian quedado vecinos de alguna consideracion lo eligiessen por procurador general de todo el imperio para suplicar á Su Magestad de las providencias de la Audiencia, que cedian en perjuicio de los dueños de repartimientos y que juntamente lo nombrassen capitan general y justicia mayor de aquella ciudad y reyno; los vecinos lo hicieron obligados de la fuerza porque á la vista del cabildo formó un esquadron con su gente, que yá passaban de 150 hombres, para dar mas peso á su pretension con el poder. Las ciudades de Guamanga y Arequipa, persuadidos á que las importaba seguir el exemplar del Cuzco con el mismo fin de representar á Su Magestad el perjuicio de las provisiones de la Audiencia, suplicando de ellas, embiaron diputados á aquella ciudad para unirsele en la propia solicitud, pero los mas distinguidos vecinos de ambas, por no estar sujetos al tyrano, se fueron á los Reyes á servir á Su Magestad.
149 Passados algunos dias, mandó Francisco Hernandez llevar al corregidor Gil Ramirez fuera del Cuzco y ponerlo 40 leguas de allí acia el camino de Arequipa, dandole facultad de que se fuesse donde gustasse, y assi lo executó. Luego que la Audiencia tuvo noticia de este levantamiento, dispuso se formasse exercito nombrando para el supremo cargo de la guerra al licenciado Santillán, su oidor, y el arzobispo Don Geronymo de Loaysa; Alonso de Alvarado, á quien llegó la nueva en los charcas, suspendió el castigo de los culpados y empezó tambien á formar exercito para atajar los passos al enemigo. Este, reforzado yá de gente, caminaba en el interin con el suyo, que se componia de mas de 400 hombres, acia Lima deseoso de encontrar el del rey, que el llamaba de los oidores, y apoderarse de aquella capital; á los 8 dias de su salida del Cuzco, le siguió su general el licenciado Diego de Alvarado con otros 200 soldados mas, con cuyas fuerzas no se les proponia dificil el dar este feliz passo en el logro de su empressa. Los vecinos del Cuzco, á quienes Francisco Hernandez permitió se quedassen pretextando no querer violentarlos, se juntaron una noche y, nombrando por su capitan á Juan de Saavedra, formaron una compañia y fueron á unirse con el general Alonso de Alvarado á los charcas; al mismo tiempo, el corregidor de la Paz, Sancho de Ugarte, levantó gente y caminaba con 200 hombres para socorrer al Cuzco, pero, viendo Alvarado que no se conseguia nada de que anduviessen los del rey esparcidos en pequeños cuerpos, le embió orden que se retirasse á su jurisdiccion hasta él passasse con la gente que ya tenia por aquella provincia y recogiesse la que havia en ella.
150 Francisco Hernandez llegó á Guamanga, que halló en gran parte desamparada de sus moradores por haverse muchos retirados á los Reyes; juntaronsele allí los capitanes y gente que con anticipacion havia embiado á ella y á Arequipa, y continuó su marcha llevando yá mas de 700 hombres. Llegó al valle de Pachacamac, donde tambien se hallaba el exercito del rey, al qual quiso acometer de noche, valiendose de un particular ardid para conseguir el derrotarlo ó ponerlo en desorden, pero se le desvanecieron estas ideas con la fuga de Diego de Silva, uno de los vecinos del Cuzco, á quien llevaba violento; y siendo sabidor del intento, no le quedó duda á Girón de que lo havria descubierto, por lo que no se atrevió á ponerlo en execucion. El exemplo de Silva siguieron algunos otros de sus soldados en tanto numero que se le iban en quadrillas de 20 y 30; por esto, se resolvió á volverse al Cuzco antes de llegar al estremo á que se vió reducido Pizarro, no hallandose con suficientes fuerzas para emprender cosa alguna contra el exercito del rey, que passaba de 1300 hombres. Y, assi, lo puso por obra sin haver quien le inquietasse en su retirada porque, con la diversidad de dictamenes en el campo real, no se tomaban las resoluciones con la prontitud que requerian las cosas de la guerra; por una parte, mandaba la Audiencia, por otra, el licenciado Santillán, y por otra, el arzobispo, sin que entre ellos huviesse conformidad, y de aqui dimanó el que se perdiesse una tan buena ocasion de seguir al enemigo y deshacerlo en su retirada; la Audiencia, que recoció este yerro y la poca pericia de los generales, los retiró honorificamente con el motivo de que assistiessen á sus empleos, mandando siguiesse al enemigo el maestre de campo Pablo de Meneses.
151 Reconociendo Girón la pereza y lentitud del campo real, se fue muy despacio en la retirada sin fatigar su gente y, aprovechandose de quanto encontraba en los lugares por donde passaba, recogió todos los negros esclavos que havia en las haciendas y pueblos de su derrota y formó una compañia con ellos, la qual se llegó á aumentar despues hasta el numero de 300. El mariscal Alonso de Alvarado, á quien la Audiencia havia nombrado general para esta guerra en la provincia de los charcas, salió de ella á encontrar á Girón con 775 hombres bien armados, á los quales se agregaron tantos en el camino que, quando llegó al Cuzco, passaban de 1200, y con ellos se fue en busca del enemigo; informado Girón de que Alvarado caminaba acia él con tan gran exercito, salió de Nasca el 8 de mayo de 1554 y se fortificó en un parage nombrado Chuquinga, cerca del rio Amancay, con el animo de esperarle allí, como en lugar muy ventajoso. El exercito de Alvarado quedó acampado en la parte del rio opuesta á la que ocupaba Girón y, no obstante las dificultades que se ofrecieron para passarle, las muchas ventajas que tenia el enemigo y el ser los mas de los capitanes de opuesto dictamen, determinó Alvarado atacarle y darle batalla, temeroso de que con la dilacion tuviesse Francisco Hernández oportunidad de escapar; puso, pues, en execucion su designio pero tuvo el sucesso que le havian prevenido sus capitanes porque, al tiempo de ir á vadear el rio, los de Girón le mataron tantos de su gente que pusieron en huida los demás y, siguiendolos, lograron derrotarlos totalmente, tomaronle mas de 300 prisioneros, y los demás se esparcieron, unos acia Arequipa, otros acia los charcas, la Paz y Guamanga, y algunos fueron á juntarse con el exercito del rey.
152 Llegada á noticia de la Audiencia la pérdida de esta funcion, se dió orden de que el exercito real siguiesse á Girón, passando á él la misma Audiencia para darle mayor autoridad y disponer mas de cerca lo que convenia practicar; llegaron, pues, á Guamanga, y, siguiendo Girón sus designios, ufano con la prosperidad de la victoria, despachó gente al Cuzco, la Paz, Chucuito, Potosí y la Plata para que le traxessen de ella porciones muy considerables de dinero y, concluida esta diligencia, se puso en camino para el Cuzco, aunque sin animo de entrar en la ciudad, lo qual, sabido por el exercito del rey, aceleró las marchas y, como el enemigo no parasse hasta el sitio nombrado Pucará, 40 leguas mas adelante del Cuzco, huvo de continuar hasta allí en su alcance.
153 Llegado Francisco Hernandez al Pucará, parage muy fuerte y ventajoso, se acampó en él para esperar allí al exercito del rey; el campo de este se dispuso en un sitio llano poco distante del enemigo y, estando descubierto por todas partes, se procuró cerrarlo con una trinchera, que en poco tiempo se fabricó con ayuda de los indios. Algunos dias estuvieron los dos exercitos á la vista el uno del otro, en cuyo espacio solo se ofrecieron algunas ligeras escaramuzas; al cabo de ellos, intentó Francisco Hernandez sorprender una noche á el exercito del rey y lo huviera conseguido á no haverse tenido en este anticipada noticia por dos soldados que se passaron á él; Girón, pues, salió de su fuerte con 800 hombres blancos y 250 negros; los del exercito real se formaron en batalla fuera de su campo para esperarlo y lograron deshacerlo mediante la buena disposicion con que lo recibieron. Francisco Hernandez, malograda la esperanza de salir bien con su intento, viendo desordenada su gente y en peligro de quedar toda perdida, se retiró por fin á el fuerte, dexando esparcida en la campaña la mayor parte de ella porque la confusion, lo inesperado del sucesso tan distinto de como lo pensaban y la mucha obscuridad de la noche contribuyeron á esto; el exercito real se mantuvo en sus puestos y formacion, no teniendo por acertado el seguir á los vencidos con la total ignorancia de su estado y situacion ni el exponerse por lograr una ventaja dudosa á perder la cierta conseguida. Los muertos y heridos que huvo de una y otra parte fueron muy pocos, pero la pérdida que tuvo Francisco Hernandez, considerable porque entre prisioneros y voluntarios quedaron mas de 200 de los suyos en el campo real.
154 Al tercer dia despues de esta funcion, se huyeron del campo del traydor Thomás Vazquez y Juan de Piedrahita, dos de sus famosos capitanes, de cuya novedad, entristecido Francisco Hernandez y viendo que á su exemplo empezaba considerablemente á disminuirsele la gente porque en su misma presencia se passaban mucho al del rey sin poderlo él remediar, se resolvió á desamparar aquel sitio y retirarse donde pudiesse de nuevo tentar mejor fortuna, recobrando mayores fuerzas; y con efecto, se salió de allí una noche, adelantandose con muy pocos soldados, temeroso de poder encontrar en muchos la fé que necessitaba en las presentes circunstancias para salvar el peligro de su vida, mandando que los demás le siguiessen encaminandose acia Condesuyo. Apenas él se ausentó quando muchos, conocido ya su terro, buscaron en el campo real la esperanza del indulto con la recomendacion de no ser los ultimos que se reduxessen á la obediencia y otros, tomados por los capitanes que salieron en su alcance, fueron castigados sin dilacion á proporcion de la mas ó menos culpa que tenian.
155 Deshecho de esta suerte el campo enemigo, se retiró la Audiencia al Cuzco con el exercito á dar las ordenes para que los soldados y capitanes de él se volviessen á las ciudades y pueblos donde estaban avecindados; y sabiendo que Francisco Hernandez se encaminaba á los Reyes, se avisó á aquella ciudad para que estuviesse con cuidado, y se destacaron dos capitanes que havian sido embiados á esta guerra por la ciudad de Guanuco con gente de su vecindario, Juan Tello de Sotomayor de infanteria y Miguel de la Serna de cavalleria, para que, pues les era camino, hiciessen diligencia de apoderarse de Girón. Llegados estos á Guanuco, supieron que caminaba aquel por los valles acia los Reyes; con esta noticia, se dirigieron al valle de Xauxa, donde segun los informes hicieron juicio que lo podrian encontrar, y lograron prenderlo allí á 24 de noviembre de 1554, entregandose y passandose sin resistencia 80 hombres que de todo su anterior exercito le seguian en la fuga; los capitanes, lastimados de su suerte, usaron de tanta piedad con ellos que, ahorcando á solos los mas culpados, dieron lugar á los otros para que se fuessen fuera del reyno y conduxeron á Francisco Hernandez á los Reyes; allí fue sentenciado á ser arrastrado, cortada la cabeza y derribadas sus casas, como lo havian sido las de Pizarro; murió á los 43 años de edad, y con su muerte tuvo fin aquella sublevacion que duró 13 meses y algunos dias. A1 mismo tiempo que esta se hallaba en su mayor calor, huvo otras dos en aquellos reynos, la una en San Miguel de Piura y la otra en Chile.
156 En San Miguel de Piura se havia formado una compañia de 25 hombres de orden de la Audiencia quando empezó la sublevacion de Francisco Hernandez Girón y estaba puesta al cargo de Francisco de Silva para usar de ella quando la Audiencia lo necessitasse. Silva y los 25 hombres, bien fuesse porque no se les subministraban los socorros necessarios para su manutencion ó porque no los dexaban ir á servir en el exercito, como ellos querian, ó por ambos motivos, determinaron passarse al partido de Francisco Hernandez, pero, antes de executarlo, prendieron al corregidor Juan Delgadillo y á los principales vecinos de la ciudad; y, saqueandola, se pusieron en marcha para ir á cumplir sus designios. Llegaron á Caxamarca y, habiendo tenido aqui la noticia de la retirada de Girón de Pachacamac y presuntas de que yá estaria entonces preso él y los suyos por las circunstancias y diligencias de el campo real, viendose perdidos y desvanecidas del todo sus ideas, mudaron de intento, pusieron en libertad al corregidor y demás personas que llevaban aprisionadas con bastante rigor y procuraron escaparse, aunque no les aprovechó esta precaucion porque, assi el corregidor como un capitan que havia sido despachado por la Audiencia con gente luego que supo esta inquietud, lograron prender los mas y fueron castigados severamente, como lo merecian.
157 El levantamiento de los reynos de Chile fue executado por los indios, que, tomando las armas contra el governador Pedro de Valdivia y venciendole en una porfiada batalla, le dieron muerte, como á todos los españoles que pudieron haber en su poder; tuvo principio esta sublevacton en los ultimos dias del año de 1553, y hasta el presente no ha sido possible sujetar del todo aquellos indios ni reducirlos á la obediencia.
Don Phelipe II de este nombre
158 Fue este rey á quien le dieron el sobrenombre de Prudente, hijo primogenito del emperador Carlos V y de la emperatriz Doña Isabel su muger; nació en Valladolid á 21 de mayo de 1527 y, por la renuncia del emperador su padre, entró al govierno absoluto de tantos reynos á principios de el año de 1556 y lo mantuvo por espacio de mas 42 años hasta 13 de septiembre de 1598, en que falleció. Durante él, tomaron los sucessos de la monarquia por lo tocante al Perú el curso que se va á referir en la continuacion de sus virreyes.
Don Andrés Hurtado de Mendoza
159 Don Andrés Hurtado de Mendoza, II marqués de Cañete, guarda mayor de la ciudad de Cuenca y montero mayor del rey, despues de haver servido al emperador en las jornadas de Alemania, Flandes y otras partes, fue nombrado por virrey del Perú y entró en Lima el dia 6 de julio de 1555; y sucediendo en el tiempo de su virreynato la renuncia del emperador, practicó la ceremonia de tomar possession de aquel imperio en nombre del señor Phelipe II. Terminadas las fiestas y regocijos en celebridad del nuevo monarca, dedicó toda su atencion á sossegar los animos de aquellos moradores, á cuyo fin, viendo que eran muchos los que pretendian la remuneracion de sus servicios y que estas solicitudes havian sido causa de que no se huviessen podido aquietar los animos de los que se juzgaban agraviados en los repartimientos y les eran fomento para novedades, recelandose repitiessen durante su govierno, deliberó tomar el medio de remitir á España los mas principales hasta el numero de 37 para que en ella fuesse atendida su justicia; y aunque la maxima de su politica fue el que se mantuviessen fuera de aquel reyno para que no huviesse nuevas inquietudes, como la prudencia del principe no los juzgó dignos de tal castigo, antes sí de distinguidos premios en honores, rentas y goviernos con que los remuneró; vueltos al Perú los que quisieron y conocida del virrey la distinta situacion de las cosas de aquel reyno, los trató á todos con grande afabilidad y procedió con mucho arreglo y rectitud en su govierno, que pudo unir los dificiles extremos del respeto y el amor.
160 Luego que el marqués dió orden en la buena administracion de aquel imperio, deliberó sacar de las montañas de Villcapampa al principe Sayri Tupac Inca, hijo mayor de Manco Inca; para este fin, se valió de las indias de la sangre real que havia en el Cuzco, y particularmente de la coya Doña Beatriz, hermana de su padre, ofreciendole por su medio que le destinaria suficientes rentas para su manutencion con tal que diesse la obediencia al rey de España. Sayri Tupac Inca, que era aún de corta edad, admitió la oferta y, saliendo de aquellas asperezas, passó á los Reyes, donde el virrey lo recibió con mucho agrado; señalósele un moderado repartimiento de indios y algunas tierras para su manutencion y decencia, todo corta recompensa para la grandeza de sus antepassados. Sayri Tupac Inca se conformó con el destino de su suerte y, haciendo muy corta mansion en aquella ciudad, pidió permiso al virrey para retirarse al Cuzco entre sus parientes; concediósela aquel sin dificultad, y en su transito, assi los indios como los españoles, se señalaron mucho en festejarla. Llegado al Cuzco, residió algun tiempo en aquella ciudad celebrado y aplaudido; y conociendo el error de su vana creencia, se reduxo á recibir el bautismo juntamente con su muger Cusi Huarcay, que era nieta de Huascar Inca, tomando el nombre de Don Diego; passados algunos dias, que empleó en visitar la fortaleza del Cuzco y las ruinas de los edificios que havian hecho fabricar sus mayores, se retiró al valle de Yucay y en el permaneció lo poco que vivió, que no llegó á tres años, dexando una sola hija, que casó despues con Don Martin Garcia Oñez de Loyola, de quienes son descendientes los marqueses de Oropesa y de Alcañizas.
161 En el tiempo que governó aquellos reynos el marqués de Cañete, continuaron la sublevacion los indios de Arauco en Chile; y mediante la poca conformidad que havia entre los capitanes Francisco de Villagra y Francisco de Aguirre, que cada uno pretendia el mando de las armas en aquella provincia, y la necesidad de socorro que, para continuar con buen efecto la guerra, representaron ser preciso las ciudades de Chile, embió por capitan general á su hijo Don Garcia Hurtado de Mendoza con suficiente numero de soldados, el qual administró con gran prudencia y valor los sucessos de esta guerra; y quebrantada con varias derrotas y acaecimientos infaustos para los indios la sobervia cerviz de los araucanos, se restituyó á Lima Don Garcia Hurtado de Mendoza á tiempo que yá havia muerto el virrey su padre. En lo restante del reyno, no huvo revolucion m alboroto que alterasse su tranquilidad. Estableció este virrey dos compañias de soldados para la guarda y respeto de la Audiencia y de su persona; la una de cavalleria, compuesta de 60 hombres, y la otra de infantería, de 200 arcabuceros; y concedió la conquista del Marañón á Pedro de Ursua, que tuvo desgraciado fin por su mala conducta y la de los que le acompañaron.
162 En el año de 1561, recibió la noticia de haver entrado en el Perú su successor, de quien experimentó algunos desayres, siendo el primero la falta de correspondencia en el tratamiento de la excelencia; de ello creen haverse melancolizado tanto que terminó sus dias aun antes de entregar el govierno, y fue depositado su cuerpo en la iglesia del convento de San Francisco de aquella ciudad.